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Como Empresa B, desarrollamos estrategias que contribuyen al desarrollo político, económico y social de las comunidades y muy especialmente en aquellas que enfrentan situaciones de vulnerabilidad. Nuestra labor aquí es promover una mejora en la calidad de vida de las personas y lo hacemos con una gestión de triple impacto en donde la sustentabilidad cobra protagonismo.
No solo buscamos ser sustentables con las acciones que tomamos hacia afuera, sino también con los comportamientos que adoptamos en la empresa puertas adentro y en nuestros servicios. En este sentido, cabe destacar que nuestro proyecto de "Desplastificación del Servicio" fue reconocido por la Red Argentina del Pacto Global, la cual se vincula también con la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Cook Master tomó conciencia de que uno de los problemas globales y locales más urgente es la generación de residuos y desperdicios, lo cual se ha convertido en un acelerador del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación de los acuíferos. Un componente primario en la composición del mapa de residuos es el plástico de un solo uso o descartable.
En este contexto, desde Cook Master decidimos mapear en nuestro ciclo de vida el uso de plástico descartable y nos dimos cuenta de que estaban manejando volúmenes preocupantes. Por eso, decidimos implementar en nuestra gestión una política de desplastificacion para abordar la problemática y no hacer oídos sordos.
El proyecto genera una reducción drástica de residuos plásticos. Evitamos, desde 2019, que 96 toneladas de plástico de un solo uso (lineal) terminen en un basural o en un relleno sanitario. La innovación en procesos y productos que reducen el volumen de residuos permite proyectar una reducción de plástico en los océanos, en los cursos de agua, en el suelo y (cuando se divide en microplásticos) en los animales y humanos que consumen este elemento de manera involuntaria.
Se trata de una reducción de impacto ambiental que repercute en la salud de las personas, los seres vivos y el ecosistema en general. El deterioro de los elementos plásticos también libera gases de efecto invernadero, lo que contribuye al cambio climático. Al reducir el volumen de residuos se achica todo el ciclo de vida: transporte, carga, descarga, disposición final, degradación.
Medimos la cantidad de personas que reciben nuestro servicio en bandejas reutilizables y la proporción sobre el total (80%); el volumen de residuos generados y evitados (96 toneladas al año evitadas); los costos de toda la operación y el ahorro generado (inversión anual en la migración de U$D 60.000).
El modelo representa un ahorro de 24.000 bandejas diarias que no se transforman en residuo plástico. En el 2021, fueron casi 9 millones de bandejas descartables que no se utilizan y descartan luego de un solo uso. Como las bandejas reutilizables tienen una vida útil de 6 meses, Cook Master les asigna una vida útil de 4 meses y una vez que cumplen su vida útil se donan para su reciclado en distintos organismos como el taller de reciclado de la UP de San Martín, donde durante 2021 entregamos 347 kg. de plástico para la confección de ladrillos. Esta iniciativa tiene una inversión anual de $10 millones y significa una reducción anual de residuos plásticos de más de 100 toneladas.
De esta manera, las raciones listas para consumir se envasan en material individual reutilizable y se colocan en conservadoras térmicas, las cuales se ponen a disposición de cada Unidad/Alcaidía para su posterior distribución a los internos en los horarios establecidos por las autoridades.
Fueron cinco las conclusiones a las que llegamos con el equipo y las que nos permitieron obtener una mención especial y un reconocimiento por parte del Pacto Global Argentina:
Los procesos vinculados a economía circular generan un ahorro o un "no gasto" (cost avoidance) monetizable y mensurable. Quizás no sea un retorno directo en un modelo financiero pero sí permite construir hábitos y cultura organizacional que tiene un valor mayor de lo que los números muestran.
Establecer una línea de base para lograr medir el impacto de nuestros nuevos procesos es indispensable para identificar posibles mejoras y marcar hitos y metas para alcanzar, reportar y celebrar. Una comunidad de colaboradores que se alegra por participar en una iniciativa que reduce el impacto ambiental es motivo de mucha alegría y satisfacción para todos los grupos de interés.
Presentar casos de gestión ambiental a favor de un impacto positivo a los accionistas e inversores hace que la compañía mejore su gestión de riesgos y genera mayor confianza para redoblar los esfuerzos en materia de Desarrollo Sostenible.
Ubicar iniciativas que priorizan metas vinculadas a ODS a nivel de políticas corporativas nos enorgullece y tranquiliza: no son aventuras aisladas de grupos voluntarios sino resultados del negocio que el directorio y el equipo de liderazgo impulsa, felicita y premia. Separar residuos, valorizarlos y trabajar en conjunto para lograrlo es una práctica que nadie podrá ya dar de baja.
Poder abrir y gestionar un presupuesto de manera flexible, que nos permite trasladar esfuerzos a una sinergia con otro proyecto interno nos parece innovador e inspirador. Se trata de lograr reducir el impacto negativo y multiplicar el positivo. En un modelo de recursos finitos (ambientales y económicos), contar con prácticas de vasos comunicantes nos ayuda a confiar en un futuro cercano más prometedor.